lunes, 2 de mayo de 2016

El inexplicable adiós

Cuando decidí abrir este blog, tenía 15 años y mi única motivación era mi perro. Conocerlo y comprenderlo me hizo sentir una experta en el mundo de los cockers, quizá también por el hecho de que mi familia por muchos años crió a esta raza en casa. Wuester me acompaño 14 años, hace 1 año y medio que ya no está aquí y es por eso que decidí retomar las entradas en el blog. Supongo que muchos han pasado o están pasando por esa situación inevitable de dejar de ir a nuestro amigo. Llega un momento en que las visitas al veterinario o todas las medicinas que podamos propocionarle no cambiarán el rumbo inevitable de la vida. A veces es dificil tomar la decisión de dejar partir a quien siempre estuvo incondicionalmente a nuestro lado, a quien nos recibía con la mejor disposición después de un día terrible, pero es nuestra labor estar siempre ahí incluso en esos momentos. Como este blog siempre se basó en mi experiencia criando a mi perro intentaré mostrarles cómo fue mi experiencia de enfrentar la muerte de Wuester. El dolor todavía me invade cada vez que regreso a casa y ya no lo encuentro, pero me llena de tranquilidad saber que ya no sufre, que finalmente descansa y nos cuida a mi familia y a mi en el lugar que esté.

El verano del 2014 fue el año en que mi perro murió. Había estado mal desde la navidad del 2013, ya no corría con la facilidad de antes; tampoco comía bien: tenía que licuarle las croquetas con agua porque tenía pocos dientes para masticarla; también, le había comenzado a salir pequeñas bolitas en todo el cuerpo, el veterinario decía que era por la edad y que podían operarse, pero volverían a salir (lo que entendí fue que era algo como un cáncer perruno ¿?). No obstante, a pesar de contar con todos estos males, Wuester todavía veía muy bien y escuchaba bien de ambos oídos. Cuando lo sacábamos a pasear se le notaba feliz, todavía había algo de optimismo y esperanza en él.
La situación se complicó en enero del 2014. Nunca pude comprender cómo en tan poco tiempo mi perro pasó de ser un "perro anciano" que podía hacer todo, con la lentitud implícita de la edad,  a un "perro casi postrado" al que había de rogarle para que coma y ayudarlo a levantarse de la cama. Para la quincena de enero, mi perro no podía subir ni bajar escaleras, no comía, y tomaba pocos sorbos de agua. La situación era deprimente porque aunque no lo quería aceptar sabía que él se estaba yendo. Como no comía, su veterinario me recomendó darle vitaminas como suplemento alimenticio; tampoco no podía sacarlo a pasear porque se cansaba: daba algunos pasos y luego se detenía y con una mirada me decía "no, no puedo, regresemos a casa", entonces solo llegábamos a la esquina o a veces lo cargaba y caminaba con él en mis brazos por el parque.
Ese verano mi vida se centró solo en él. No podía salir de casa porque sentía la necesidad de estar a su lado, aunque en el fondo creo que temía que al regresar ya no lo encontrara con vida. Pasaba todas las tardes con él intentando que coma algún bocado; con el paso de los días, simplemente dejó de comer. No dormía, solo se recostaba en su cama y miraba las escaleras, me miraba a mi leer, miraba a todos lados, sin poder siquiera acercarse a oler como loco las plantas o a orinar en cada esquina.
Por mi mente pasaba la idea de la "inyección", de terminar de una vez con todo este sufrimiento, pero no podía, simplemente me decía "no lo puedo matar tiene que seguir luchando". El veterinario me decía que deje de comprar pastillas, que ya no le coloqué inyecciones para evitar el dolor de las bolitas, pero yo estaba fuera de mí. En mi mente, mi perro todavía podía sanarse, gastaba todo mi dinero en medicamentos y cuando me quedé sin más, su veterinario volvía a tratar de convencerme de que ya no se podía hacer más, en un gran gesto de amabilidad me dio la posibilidad de pagar en partes la medicina que yo en mi locura quería seguir comprando.
 Pero llega un momento, y esto sucedió cuando regresaba a casa después de una reunión importante a la que obligada tuve que ir, en el que aceptas el destino de la vida, sabes que se tiene que ir, que aferrarte a él solo empeorará la situación, que como su amiga, su hermana tienes que hacer lo mejor para él. Así que llegué a casa decidida a finalmente a acabar con este dolor, lo miré a los ojos y él ya estaba como ido, creo que ya no me reconocía. Llamé a mi papá, le dije que viniera a casa para llevar a Wuester al veterinario y así quedamos. Para la hora de almuerzo, mi perro había subido las escalera (en verdad no sé cómo lo había logrado), fui a buscarlo para darle su comida y como los otros días, tampoco quiso comer nada. Recuerdo que me molesté y le dije: "rayos, ¿por qué no pones de tu parte?, por favor come", pero nada. Entonces, me fui molesta, llamé a una amiga y estuvimos conversando por algunas horas, hasta que volví a subir, quizá para "arreglar las cosas con él" por la manera en que lo había tratado. Cuando subí, él estaba echado en la puerta de su casa, echado como otros días como cuando hay sol y los perros parecen "muertos", pero no lo están. Entonces lo llamé, y no volteó, no paró las orejas, simplemente,no se movió. Antes de volver a llamarlo, yo ya estaba llorando, me acerqué y no fui capaz de tocarlo, solo lo miré y tenía los ojos abiertos, entonces bajé desesperada. Estaba sola en casa, mi papá aún no llegaba, y mi hermano estaba trabajando. Por esas cosas del destino, mi hermano regresó temprano a casa, casi a los pocos minutos que había sucedido todo esto. Yo seguía llorando, y él ya sabía por qué. Subimos juntos y sí pues, Geto ya no estaba, se había ido; ahora éramos solo dos, tan vacíos como antes de su llegada.
14 años nos acompañó a mi hermano y a mí. Habíamos crecido juntos, ya no éramos unos niños como cuando recién llegó a casa, ya no teníamos 5 ni 7 años ya éramos unos jóvenes que habían perdido no solo un perro, sino un hermano. Se había llevado sus pulguitas, sus pelos caídos, su olor tan característico.

Marilyn y Enzo  <3 p="">

2 comentarios:

  1. Hermoso relato. Te puedo asegurar que tu Geto está aquí, corriendo junto con los míos:

    https://hermanoperro-hermanogato.blogspot.com.ar/2010/06/el-cielo-de-los-perros.html

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